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Existen numerosas actividades industriales (industrias químicas, vertederos, depuradoras de aguas residuales, industrias alimentarias, ganaderas, etc.) que emiten una serie de sustancias olorosas y generan molestias en el entorno. Los malos olores pueden ser molestos, causa de rechazo, y afectar a la calidad de vida de las personas y animales del medio, por lo que pueden ser considerados como una forma de contaminación ambiental. Debido al componente subjetivo de los olores, a la dificultad para discernir entre los olores “agradables†y los “desagradablesâ€, es difícil determinar cuándo se traspasa el umbral de lo tolerable y en qué punto se sitúa lo jurídicamente permisible a la hora de establecer unos máximos de tolerancia, en ese sentido, la olfatometría se presenta como una herramienta muy eficaz para el estudio y control de olores. Aunque todavía no se ha desarrollado ninguna legislación nacional que regule el problema de los malos olores, la entrada en vigor Norma UNE-EN 13725 «Calidad del aire. Determinación de la concentración de olor por olfatometría dinámica», en febrero de 2004, permite abordar de forma objetiva el problema de la contaminación ambiental por olores.
Los métodos para la caracterización de olores se dividen en dos:
* técnicas analíticas, siendo aquellas que utilizan métodos analíticos tradicionales para medir la concentración de compuestos químicos específicos presentes en un olor.
* técnicas sensoriales, aquellas que utilizan asesores humanos para medir un olor (olfatometría).