Los experimentos demostraron que el tiempo efectivo de exposición y las concentraciones de agua marina tratada con ozono, tintura de yodo y Virkon fueron de 2,5 minutos, 25 partes por millón (ppm) y 2,5 ppm, respectivamente, precisó de la Peña. El estudio también determinó que los meros (E fuscoguttatus y E coioides) eran sensibles a la enfermedad, mientras que el chano (Chanos chanos) y el siganus (Siganus guttatus) no lo eran.
Las larvas de mero que pesan 8 gramos o menos probaron ser muy vulnerables, con una tasa de mortalidad del 80% al 100% en cuatro a ocho días. Los peces de 90 gramos o más no fueron tan sensibles.
Se vacunó el grupo de riesgo, observándose que los peces vacunados con 100 ng tuvieron la tasa de supervivencia más alta, dijo de la Peña.
Entre tanto, Pakingking y otros científicos desarrollaron una vacuna inactivada con formol para controlar la infección en el estado de engorde. Los tres estudios de efectividad de la vacuna abarcaron desde junio de 2007 a noviembre de 2009, en el marco del proyecto “Sistema de Control de Enfermedades Ictícolas†subsidiado por el Fondo de Inversiones 4 del Gobierno de Japón.