Por una vez no vamos a volver a contar cómo la actividad humana se está cargando los corales; en esta oportunidad relataremos una historia diferente, mucho más estimulante: la de cómo se ha multiplicado el número de moradores de esos lujuriosos hábitats, al menos respecto de las cifras manejadas por los especialistas…
Las inmersiones en las formaciones coralinas de las islas Lizard y Heron arrojaron 150 especies nuevas de corales blandos, también llamados octocorales por sus ocho tentáculos, un grupo de invertebrados que llega a tapizar la cuarta parte del lecho oceánico; varias decenas de minúsculos crustáceos ignorados por la literatura científica; unos cuantos isópodos denominados «buitres del mar», por su costumbre de alimentarse con peces muertos; y un buen número de gusanos marinos emparentados con las lombrices y las sanguijuelas, todos ellos descritos por primera vez. Son datos preliminares del primer inventario sistemático de la Gran Barrera de Arrecifes situada en las costas australianas, en el marco del Censo Global de la Vida Marina.
Para atrapar a tantos bichos, los investigadores embolsaron y arrancaron pequeñas cabezas de coral, esqueletos coralinos que sirven de hogar a decenas de crustáceos, moluscos y equinodermos. Esas «cabezas» pobladas de huéspedes se han convertido en un valioso indicador del estado de la biodiversidad en los arrecifes coralinos. …